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Amoragando

Sin ton ni son

NUEVO BLOG

La falta de tiempo es un problema cuando se quieren hacer cosas como escribir en un blog. Pasan incluso meses sin publicar y los pocos lectores que tienes se terminan cansando y se largan. Un blog debe estar vivo para seguir vivo. Yo he tenido este problema en mi blog.

A mi hermano le pasa lo mismo. Así que hemos decidido aunar esfuerzos y hemo creado un nuevo blog. Lo hacemos para darle más variedad a los temas  y con la esperanza de que, entre uno y otro, el blog sea más activo.

En cualquier caso este blog no se cierra. Seguiremos adelante con el viaje hasta que se acabe, que nos quedan muchas islas por descubrir. Cuando publique una nueva etapa lo advertiré en el nuevo blog y así los visitantes ávidos de mar no tendrán que entrar infructuosamente en el presente blog. Me lo han pedido millones de lectores.

En fin. Allá va la dirección del nuevo blog. Espero vuestras siempre interesantes opiniones.

 

 http://el-opinadero.blogspot.com/

 

 

 

 

Un gran relato

Éramos pocos quienes estudiábamos letras. Lógico. Las carreras técnicas rinden más. Un técnico en rodamientos a bolas tiene mejor provenir que un experto en la obra teatral de Ibsen. Pero todos seguíamos el signo de los tiempos: nos especializábamos.

No había aulas comunes. Cada estudiante era adiestrado en el campo de su elección por el maestro más sabio en el tema. Me decidí por la Historia de Roma, siglo I A.C. Un tema apasionante. Me orientaba el anciano Olaf Cudesen, autor de numerosísimas monografías sobre la materia.

Ninguno de los compañeros de curso coincidió con otro en la elección de la especialidad, por lo que había escasos temas de conversación en la Facultad. Las más de las veces tomábamos cerveza en silencio. ¿Qué sentido hubiera tenido que yo comentara las batallas de Julio César? Nadie más conocía su existencia. Y si alguien me hablaba de un literato o de un rey oriental ¿qué podría contestarle yo?

Por eso me asombré cuando, al inicio del segundo semestre, se produjo tal barullo en el bar de la Facultad. Todos hablaban al tiempo. Un compañero me tomó del brazo:

"¿No sabes la noticia? Uno de los nuevos no quiere especializarse en nada".

"¿Cómo?"-me asombré.

"Lo que oyes".

"Pero entonces ¿qué quiere hacer?"

"Estudios antiguos, dicen, no sé a qué se refiere exactamente".

"¡Ah! –suspiré- eso es otra cosa. Querrá especializarse en los planes de estudios del siglo XX o algo así."

"No, no. Quiere hacer una carrera como Filosofía y Letras tal y como se estudiaba hace ciento veinte años, con un montón de asignaturas que tratan de generalidades".

"Está loco –concluí- Eso no tiene ningún porvenir".

Quienes me escuchaban asintieron solemnemente.

A partir de entonces, observamos al nuevo con curiosidad. Cada uno era libre en la Facultad para elegir estudios y maestros. Bruno, el nuevo, iba de un lado a otro dirigiendo sus propios estudios -¿cómo iba a encontrar un maestro?- a vueltas con los libros y los ordenadores.

Un día se acercó y me preguntó:

"¿A qué te dedicas tú?"

Me asombró su interés. No era usual que nadie se interesara por los temas ajenos.

"Roma –le respondí- Siglo I A.C."

"Es interesante. –comentó- La figura de César me apasiona, aunque considero más humano a Pompeyo".

Quedé boquiabierto. Bruno sabía. Bruno podía hablar conmigo.

Charlamos un rato. De Rubicón. De Farsalia. De todo eso. Incluso de la Guerra de las Galias. Bruno tenía ideas interesantes. No sabía gran cosa, solo cuatro nociones, pero eran las fundamentales. Sin embargo me dejó perplejo al preguntarme:

"¿Sabes cómo murió Augusto?"

"Eso ya no está en mi siglo . No lo sé. Al acabar el siglo era emperador y gozaba de buena salud. No sé más.

Bruno sonrió y se alejó sin decir más.

Volvimos a charlar algunas veces. También hablaba con los demás. Y un día ocurrió lo imprevisible. Se acercó con otro compañero.

"Siglo I A.C., te presento al siglo I D.C.. El podrá decirte cómo murió Augusto".

Haciendo cosas así, Bruno se hizo popular y se ganó nuestra estimación. Llegó a preocuparnos. Temíamos que lo suspendieran en las evaluaciones finales, porque ¿en qué iba a diplomarse? Había de ser en una especialidad, pero ¿en cuál si no había elegido ninguna?

El mismo Bruno nos devolvió la tranquilidad al llegar el momento:

"¿Mi especialidad?. Está clara. Soy especialista en cultura general. El único especialista del país. Tengo algo en común con todos mis compañeros, puedo hablar con ellos y proponer temas de conversación que los hagan dialogar entre sí. Eso es cultural general. Mi especialidad"

Eso fue hace un par de años. Hoy las cosas cambiaron bastante. Se ha puesto de moda la especialidad en cultura general. Este curso la siguen doscientos estudiantes. Los dirige Bruno. Les envidiamos porque hablan, ríen y discuten con naturalidad. Se sienten a sus anchas. A los clásicos, a los de siempre, ya nos van mirando como a bichos raros.

 
PD: Tener la emorme suerte de relacionarse con gente interesante tiene sus ventajas. Este relato ha sido cariñosamente plagiado a un fuera de serie muy próximo a mí. Y como yo no soy ni Lucía Etxebarría ni Ana Rosa Quintana cuando plagio algo lo digo. Con admiración...

ADSL

Tengo una buena noticia para los millones de lectores que se quejan de la poca actividad de este blog: En breve me llegará a casa el kit auntoinstalable de Telefónica para la línea ADSL. Esto significa que podré escribir desde casa sin robar tiempo al trabajo, lo que se traducirá en un mayor número de artículos.

Ahora sólo falta que el kit autoinstalable se autoinstale y no me cuelgue el ordenador, que es lo más probable.

Hasta pronto. 

 

 

Hablando euskera

Decía Bernard Shaw que “la estadística es la ciencia por la cual si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, yo tengo uno” (no veas lo que se puede vacilar al personal con la lectura de frasecitas de los azucarillos de las cafeterías).

 

            Este verano me adentré en lo más profundo de las montañas vascas, en aquellas remotas zonas donde muchos indígenas hablan esa lengua llamada vasco, vascuence o euskera, y que hasta hace poco yo creía no saber hablar.

 

            Tuve la oportunidad de oír muchas y variadas conversaciones que me fueron suficientes para descubrir los secretos de tan difícil lengua. Uno con txapela decía a otro: “kontuz gogoren azkarratoa… ahívalahostia joder”. Y el otro, también con txapela, contestaba: “joder, taparraka oskiontoa lahostia joder”.  (Aviso al lector no familiarizado con el vascuence: las palabras vascas son inventadas).

 

            En definitiva, el patrón de conducta de dicha lengua es el siguiente: tres palabras ininteligibles seguidas de otras tres palabras que entiendo y sé decir, pero dichas muy rápido… ahivalahostia joder.

 

            Por lo tanto, si aplicamos la noble ciencia de la estadística a que hace referencia Bernard Shaw llegamos a la conclusión de que el euskera no es tan difícil, porque entendemos y sabemos decir la mitad de lo que se habla.

 

            Así que ya saben. En su próximo currículum digan sin miedo: “Idiomas: Euskera: Nivel medio”. Eso sí, si les hacen hablar en vasco pónganse txapela… ahivalahostia joder.

El retodno

Bueno, ya estamos de vuelta del verano. Comienza nuevo curso escolar, político y judicial y esta vez habrá que dejar algún artículo más que el curso pasado. Aunque sólo sea por llenar espacio...

En fin, saludo a nadie porque nadie me lee y pronto nuevos artículos... 

Crispación y tráfico urbano...

Como usuario diario del coche en los últimos tiempos he tenido al oportunidad de observar decenas de estúpidos incidentes de tráfico. No hablo de accidentes. Hablo del típico fulano que está dispuesto a dejarse la vida peleando en el asfalto con un desconocido por problemas tan importantes como que el que estaba delante ha tardado 1 segundo seis décimas en arrancar cuando se ha puesto verde el semáforo.

Ayer sin ir más lejos fui protagonista de uno de este tipo de altercados. Al parecer en una rotonda debí acercarme demasiado al carril de mi derecha. No soy consciente de ello pero lo deduzco porque a pocos metros paré en un semáforo y un energúmeno ya entrado en años se dedicó a gritarme e insultarme desde un todo terreno mientras hacía todo tipo de aspavientos y gesticulaba con las manos en un intento de indicarme que en su opinión le había cerrado.

Como era temprano y no tenía ganas de líos opté por ignorarle. Pero el semáforo era de los de larga duración y el sujeto cada vez se ponía más furioso. Entonces le miré pensando qué decirle para calmar los ánimos y el muy cretino gritó "¡¡¡¡por lo menos podías pedirme disculpas!!!!!", como si fuera lógico y fácil pedir disculpas a un gilipollas que lleva 2 minutos insultándote sin parar.

Visto lo visto me entró el punto vacilón y, guardando una gran calma, le dije "caballero, muchas gracias por sus indicaciones". El tío se puso como una fiera y me dijo "yo un caballero y tú un gilipollas". En sólo un milisegundo pensé en lo mal que tiene que estar una sociedad en la que es muy habitual que miles de patanes suban diariamente a sus coches dispuestos a pegarse unos cuantos puñetazos con un desconocido sin motivo alguno. Y sonreí... fue más por no llorar, pero sonreí...

El tipo se desencajó. Me odiaba tal vez más de lo que hubiera odiado a nadie en toda su miserable vida. Estoy completamente seguro de que si hubiera podido me hubiera matado. Así que insistió en la provocación: "tienes cara de subnormal" me dijo. Tres veces me lo dijo. Presumo que deseaba que yo bajara del coche y nos liáramos a hostias. No lo hice. Simplemente le contesté "es que soy el hombre espejo" y el semáforo verde desbloqueó la situación.

El hecho de que luego acelerara a mi lado y diera un volantazo con la intención de cerrarme lo dejaremos estar porque no merece más comentarios. Frené a tiempo y pasé de él.

Con todo esto he reflexionado acerca del tema de la conducción urbana. Si un señor tropieza con otro andando por la calle el primero dice "perdón" y el otro contesta "no pasa nada". Si ese mismo señor va conduciendo por la ciudad y se acerca demasiado al coche del otro ambos empezarán a insultarse y a gritarse como locos y desearán matarse.

Hay personas afables y educadas que con un volante en las manos se convierten en sujetos peligrosos y violentos. Debe ser algo psicológico. No sé si el problema es que vivimos en una sociedad excesivamente materialista y violenta. No sé si es la famosa crispación que a todos contagia. No sé si es que los coches son máquinas enviadas por los alienígenas que nos controlan mentalmente para que nos autodestruyamos. No sé si es que hay demasiada gente con una existencia miserable. O a lo mejor es que la gente folla poco. Al final va a ser eso... que les follen. 

PD: Tras más de 24 horas desde el incidente presumo que el fulano aún se estará preguntando qué quise decir con lo del hombre espejo...

Calor...

Por si lee esto algún australiano o algún habitante de la patria de los inuit que sepan que en Valencia hace ahora mismo un calor de cojones...

Puto trabajo

Creo recordar que fue un nazi de las SS llamado Jodl quien ideó la macabra broma. Se trataba de un cartel en la entrada de Austcwiz con el cual los judíos eran recibidos con la frase "El trabajo os hará libres" mientras se dirigían al matadero.

El caso es que yo debo ser muy libre, porque llevo tal racha en el trabajo que no he podido ni escribir un articulillo desde febrero. Total, que yo solito he conseguido que el blog quede en estado de coma o muerte técnica y que hayan huido mis dos únicos lectores a buscar lugares donde se les dé algo que leer.

Acepten mis disculpas mis dos únicos lectores si es que laguna vez vuelven por aquí.

Por cierto, esta perra vida laboral me recuerda que algo debe andar mal en una sociedad en la que los mismos que hipotecan su vida para vivir en el centro huyen despavoridos de la ciudad en cuanto tienen 2 días libres con el objeto de pasarlos en un atasco. Pero eso da para escribir algún artículo. Y me siento tan libre a causa de mi trabajo que no tengo tiempo.

Mileidy... Pollo... ¿hay alguien ahí?