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Amoragando

Etapa 11: Rumbo SE-SE

 

Cansados. Estamos cansados. Más bien derrotados. Llevamos ya demasiados días sin pisar tierra y hemos soportado todo tipo de penalidades. La tormenta ecuatorial, la aventura amazónica… han sido demasiadas emociones, demasiadas noches sin dormir, demasiados riesgos y demasiado movimiento. No obstante somos gente ruda y soportamos lo que nos echen. Así que decidimos emprender rumbo hacia una isla paradisíaca donde reponer fuerzas y sobre todo arreglar los desperfectos del barco y repostar combustible. 

A pesar de que no nos queda ni gota de gasoil estamos teniendo suerte con los vientos. Nos soplan de popa ya la velocidad justa para navegar rápido pero sin riesgos. Pronto dejamos las dulces y peligrosas aguas marrones amazónicas. Desprecintamos el inodoro y nos ponemos hasta las cejas de beber cerveza para celebrar que podemos ser devorados por tiburones, pero al menos ningún animalito se meterá por nuestra uretra a mordernos el escroto… una gran noticia. Realizamos lo que en el colegio nos enseñaron que se llama navegación de cabotaje (los jóvenes logseros que cuando oyen navegar piensan en un ratón y una pantalla TFT no creo que sepan lo que es cabotaje). Vemos la costa a poca distancia.

Sabemos que hemos dejado atrás el estado de Pará porque apreciamos perfectamente las recortadas costas de Maranhao, e incluso vemos las primeras luces de la ciudad de Sao Luis ya próximo el atardecer. Nos acercamos un poco más a la costa y vemos una bonita imagen de las dunas de Parnaíba, en la costa del estado de Piauí. Seguimos la ruta y cuando costeamos el estado de Ceará podemos apreciar las luces de Fortaleza; estamos tan cerca de la costa que podemos apreciar perfectamente los edificios de la ciudad. (Os dejos enlaces simplemente por la curiosidad de descubrir estados brasileños poco conocidos del tamaño d ela mitad de españa o más). A partir de aquí nos separamos de la costa y nos dirigimos hacia una nueva isla. La travesía es, por fin, tranquila. El mono está pendiente de que el gps funcione correctamente y de momento no tenemos ningún percance.   

Al día siguiente aún nos queda otra jornada de navegación, pero estamos tan cansados que decidimos fondear y tomarnos un descanso en el Atolón das Rocas:

Ficha de la isla:

Ficha técnica: Como siempre a la wiki.

Habitantes: Dos guardas medioambientales-tortugueros que viven en la única construcción de la isla: una cabañita sencilla y algo cutre.

Curiosidad: Otra isla que no sabía que existía. (joer, lo que estoy aprendiendo)

Estatus: Declarada Patrimonio de la Humanidad. Es parque ecológico marítimo. Aquí nació el proyecto tortuga, para salvar diversas especies de tortuga en peligro de extinción. Al parecer hasta 1978 se cazaban impunemente, de tal forma que casi se extinguieron. Finalmente el gobierno brasileño dejó de bailar samba por cinco minutos para dictar un decreto de protección de la isla y prohibir la caza de tortugas. Ahora es un paraíso para las tortugas. Allí los naturalistas las cuidan y estudian y han conseguido que poquito a poco se recupere la población. Es de destacar la tortuga de Carey, que estaba prácticamente extinta y es rara de ver. 

Fondeamos en la isla con el barco en movimiento constante de lado a lado (las aguas por aquí no son muy tranquilas). Pero cuando tomas el bote neumático y pasas al interior del atolón el agua cristalina se vuelve tranquila e invita al baño inmediato. De la cabaña sale una preciosa morenaza brasilera digna del playboy. Peligro. Tras semanas en alta mar y en el Amazonas nuestras neuronas están enloquecidas y nuestras hormonas embravecidas. El más lanzado le pregunta que si tiene hechas las ingles brasileñas mientras nuestras sonrisas de boy scout en celo nos delatan. Ella nos mira sobrada y, sin inmutarse, nos contesta con su bello acento de samba: “Eso no lo sabrás, pero si quieres Marcelo puede hacerte a ti las ingles brasileñas”.

Marcelo sale de la cabaña. Es mulato. Es grande, muy grande. Tiene cara de naturalista ecológico con muy mala leche. Su brazo tiene el diámetro de cualquiera de nuestra caderas. Dejamos estar lo de las ingles brasileñas y la parejita ecológica nos enseña los secretos de las tortugas y cómo ellos hacen su trabajo. Incluso vemos cientos de pequeñas tortugas recién nacidas emerger en la arena y dirigirse hacia el mar.

Pasamos un par de días en la isla. El mono se dedica a dormir la siesta sobre los caparazones de las tortugas y nosotros, mientras alguno que otro se alivia por ahí, soñamos con llegar a nuestro próximo destino y descansar en una isla con más mujeres y menos marcelos.      

4 comentarios

quitamelosclavos -

Menos mulatos protectores y mas viaje, pardiez, q en alguna isla triunfaremos como los franceses en Thaiti!

Little -

¿pero era un ecologista coñazo?

JL -

Pues yo pensaba que nuestros tripulantes ya se habían hundido, con mono sabio, candirús y pirañas.

¿Y no pensasteis en convencer a Marcelo que mease en la desembocadura del Amazonas, para dejar de llamarse "Marcelo, picha brava" y ser el nuevo "Marcelo, picha escasa"?

Imposible no intentar camelarse a la garota después de semanas sin vaciar el depósito. Por mucho Marcelo brazo de hierro que se interponga. Aunque igual es el brazo lo que calma las ansias de la garota.

Vicent -

En definitiva, que las pobres tortugas (a modo de cabras) lo debieron pasar mal...

Ya era la hora, cabrito, de tener noticias tuyas. Lo preocupados que estábamos. Yo confieso que pensaba que habías cambiado de tripulación y estabas en el Piu 39, paseando por el Golfo.