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Amoragando

El día que fui alguien

"El día que fui alguien" no es más que mi experiencia mística vivida el día del Valencia-Mallorca al asisitir al palco VIP. Notará el inexistente lector que no se habla ni una palabra de fútbol. Lógico. Igual que en las gradas del estadio del Cádiz se canta "alcohoool, alcohoool alcohool, hemos venido a emborracharnos y el resultado nos da igual..." yo fui al palco VIP a ser importante y glamuroso y el resultado me daba igual. Se habla de algunos directivos sin mencionar el nombre, así que quien no sepa nada de la vida social del Valencia CF puede perderse algún matiz. En fin, sin más preámbulo allá va la crónica de mi día en el palco VIP de Mestalla: 

“En el caso de los caballeros es aconsejable chaqueta y corbata”, reza la invitación. No importa. Ese maldito disfraz lo llevo a diario por obligación, así que para allá me dirijo con mi invitación.

La llegada:
Puerta principal en el centro de la fachada del recinto. Tras superar el pasillo de cordón azul sobre postes oro, un tipo encorbatado con minglanillo en la oreja da el visto bueno a mi invitación y a mi vestimenta. Presto subo las escaleras, al final de las cuales una enorme puerta de maderas nobles me franquea el paso. Sólo el paso del cordón azul sobre postes oro ya hace que empiece a sentirme alguien en esta ciudad.

Entro en una gran sala ¡¡¡con calefacción!!!. Junto a las paredes, largas mesas exponen diversos canapés (-sr. Presidente, el jamón de pato estaba un poco correoso-). Cuando fijo la mirada en unos apetitosos minibocadillos de morcilla una cara conocida y triste cruza por delante, se trata de Marco di Vaio (-bonito pendiente ¿dónde dejó su corbata?-). Deambulo por la estancia y no veo más que caras conocidas, trajes y relojes caros y pelos engominados. Entre canapé y canapé se escuchan frases del tipo "veré lo que puedo hacer" “esa opción de compra no me pareció suficiente…” o “llámame al despacho mañana…”. Pedro Cortés luce su envidiable pelo (¿productos “Enri” tal vez?) mientras reparte falsas sonrisas por doquier. En las diversas tertulias hay otros personajes, como Soler padre…
Ya me he tomado un par de frías cervezas de barril (-¿zona libre de las restricciones al alcohol en los estadios?-) y busco el baño. Es en el piso de arriba. ¡¡¡Por Dios!!! ¡¡¡auténtico parquet!!!. ¡¡¡Para ir al baño hay piso de parquet!!!. Incrédulo abro la puerta. Estoy preparado para encontrarlo limpio (cosa imposible en otras zonas del estadio), incluso para lavarme las manos en un lavabo de diseño… para lo que no estoy preparado es para secármelas con una auténtica toalla de rizo (-digo yo si las traerá Caneira de Portugal-). Disfruto el momento y pienso que ya tengo un nombre en la vida valenciana…

Se acerca la hora del encuentro y acudo a mi localidad: asientos ¡¡¡cómodos y con reposamanos!!!, suelo aislante ¡¡¡y limpio!!!. Acudo a una de las muchas morenazas que atienden a los asistentes (-apuntad que al Jefe de Recursos Humanos la gustan morenas-). Me asignan mi localidad y ... he aquí lo mejor. A mi derecha en la fila anterior a la mía tengo al presi con su pantalla de plasma (-digo yo si con el nuevo estadio nos pondrán una pantalla de plasma a cada uno-). Cada vez me siento más importante en la sociedad valenciana. A este paso me entrevistará Julio Tormo…

Los personajes:
Vayamos con la fila justo delante de la mía: Delante de mí el ínclito Barrachina, a su derecha el sr. Lucas, a la derecha de éste el ladrillopresi, y después el presi del Mallorca. A la izquierda de Barrachina el concejal Domínguez, y a su derecha otro concejal cuyo nombre no recuerdo.
Mi fila: Un par de asientos a mi izquierda el sr. Subirats muy interesado por su móvil. Entre él y yo un señor que no sé quién era pero parecía muy importante y la persona que me invitó. A mi izquierda asiento vacío, después un, según me dicen, alto cargo de Hacienda; a su lado un directivo italiano (-sr. Ciccela, llega usted tarde-).
Si miro a mi alrededor veo más caras conocidas: di Vaio, Curro Torres, Carboni… el conseller Blasco, algún político más que conozco de cara pero cuyo nombre no recuerdo, Ángel Casero (que se abraza con el concejal cuyo nombre no recuerdo pero creo que lo es o fue de Deportes), y algunos más personajes conocidos que ahora mismo olvido. Los que no conozco son gente variopinta y dispar… unos llevan trajes caros, otros relojes caros, unas abrigos caros, otras joyas caras, unos pelo engominado con raya, otros pelo engominado hacia atrás. Vamos, lo normal de cualquier reunión de amigos de barrio.
Empapado de glamour me dispongo a ver el partido con la ventaja que supone ver las jugadas dudosas repetidas en la tele de plasma del sr. Presidente.

La piedra y ella:
Una gigantesca y fulgorosa piedra se acerca hacia a mí y se aposenta en el asiento vacío de mi derecha. Tengo que cerrar los ojos para que no me deslumbre…(-que manden Scotland Yard a la Torre de Londres, debe faltar allí la Reina de África-). Al poco me apercibo de que hay una mujer a la piedra pegada. Llega tarde la miembro (¿o miembra?) de la directiva. Será porque además de la piedra lleva en sus dedos y muñecas toda la producción sudafricana de diamantes del último año. No para de hablar por su móvil de futura generación (-debe costar casi tanto como la piedra-). En la segunda parte no se sienta a mi lado. Debo de ser poco para su anillo…
La distinción y el glamour empapan todo mi ser. Vivo sin vivir en mí de la emoción…

Conclusión:
Ya me siento realizado. Para ver la repetición de las jugadas tengo que mirar por encima del hombro al Presidente, me he sentado junto al mayor diamante de la tierra, me he codeado con sonrientes políticos, he pasado un rato rodeado de gomina, he bebido cerveza en el estadio, he comido canapés, bellas azafatas morenas me han dirigido sus sonrisas, he pisado parquet, me he secado las manos con una toalla de rizo… hasta me ha sonreído Barrachina. Ya soy alguien, ya tengo nombre en esta ciudad, ya tengo un hueco en la jet-set… ya soy un VIP.

“Los elementos de animación, como bufandas, banderas o similares, no están permitidas en el recinto” dice la invitación. Vale, ya soy un VIP. Pero para ver el fútbol en Mestalla prefiero mi localidad habitual. Basta leer lo que dice la invitación para entenderlo. Y además dudo que vuelvan a invitarme.

5 comentarios

PKDOR -

Sr. Anónimo:
No me he picado con nadie. Sólo digo que para escotes y chatis jamonas los boxes del circuito de Cheste, y para diamantes y glamour el palco de Mestalla.

Anónimo -

Sr. escritor, no debería usted \"picarse\" con los que opinan acerca de lo que usted escribe, se lo tengo dicho...!!!
P.D. Los escotes, escotes son, lleven o no lleven diamantes.

PKDOR -

Sr. Anónimo:
Reconozco que en los circuitos de velocidad hay más escotes generosos, pero diamantes ni uno...

Anónimo -

Te quejas pero en el fondo estás encantado... qué falso!!! Seguro que cuando te dieron la invitación los ojos te hicieron \"chirivitas\". No te engañes, a todos nos gusta codearnos y, además, los canapés y las cervezas saben mejor allí!! Deberías probar uno de los del Circuito de velocidad Ricardo Tormo...

Pollo #00 -

xDDD Para q luego digas q no perteneces a la acomodada nobleza valenciana